Aunque el verano parece que no quiere llegar, al final llegará, y el calor será tan sofocante como en otros años, por lo que tenemos que estar preparados para que nuestras plantas sufran lo menos posible los efectos del sol, las altas temperaturas y la humedad tan baja a la que estamos acostumbrados.
Para el césped, el riego durante el invierno es sólo de apoyo. Dependiendo de las precipitaciones naturales, podría ser suficiente con un riego cada 2-3 semanas.
En primavera el césped “despierta” y comienza a desarrollar, por lo que necesitará un aporte mucho mayor de agua y comida, por lo que es en este momento cuando deben darse riegos más abundantes.
Cuando llega el verano y el calor es cuando más atentos tenemos que estar. A partir de junio y durante todo el verano hay que incrementar el riego, en cuanto a cantidad de agua, y por lo tanto en horas. Este dependerá de la zona, la clase de tierra y la temperatura. Estos riegos deben de ser durante la noche, ya que permiten un mejor aprovechamiento del agua al reducir la evaporación y que cuando el calor sea mayor el césped no esté mojado, evitando así que sufra.
Es importante no permitir que el césped quede encharcado durante más de 2 horas. Si fuera necesario habría que reducir el tiempo de riego.
Como bien sabemos, es agua es un bien escaso, por lo que tenemos que conseguir que el césped aproveche el agua lo mejor posible. El césped no tiene raíces muy profundas, por lo que no tenemos que evitar riegos en los que el agua se pueda despilfarrar. Hay que conseguir como máximo que la humedad permanezca en los 15 cm primeros de tierra, ya que todo lo que sobrepase esta capa es agua desaprovechada. Tampoco es conveniente hacer muchos riegos y muy cortos, ya que conseguiremos crear muchas raíces pero poco profundas, además de la proliferación de malas hierbas y posibles enfermedades y plagas debido a la humedad.
Siempre tenemos que tener claro, que es preferible que pequemos aportando poca agua que mucha, ya que el césped aunque tenga indicios de que le falta agua, enseguida se recupera. Como base tenemos que tener en cuenta de regar el césped cuando el tono verde pasa a ser azulado, que es cuando empieza a tener sed, nunca dejando que llegue a coger un tono grisáceo. Un buen indicador para saber que el césped comienza a estar deshidratado, es cuando al pisarlo le cuesta demasiado tiempo a volver a su posición natural.
Para que el agua penetre correctamente en la tierra, tenemos que tener la capa exterior libre de impurezas, raíces secas y superficiales. Esto se consigue realizando escarificados, pero es un tema en el que profundizaremos en otro momento.
Para un césped recién sembrado, la situación sería distinta, ya que deberíamos de regar hasta 4 veces al día, para conseguir que siempre este húmeda una capa de tierra de entrono a 4 cm para que la semilla germine. Nunca habría que dejar que la tierra quede encharcada.
Estas indicaciones son siempre orientativas y siempre habrá que hacer un seguimiento y actuar de una manera racional.
Si tienes alguna duda ponte en contacto con nosotros y te asesoraremos para que tu césped este siempre verde.