No es novedad que nos encontramos en uno de los momentos más importantes para nuestro huerto. Ese momento en el que plantamos y/o replantamos casi todas nuestras verduras y hortalizas. Plantaremos tomates, pimiento y berenjenas. Sin olvidarnos de las sandias o melones, entre otras especies.
En los viveros encontramos las variedades tradicionales, las híbridas que van surgiendo de las casas productoras de semillas y, en algunas hortalizas, también planta injertada. Ésta última suele dar mejor resultado que la planta tradicional. Normalmente con los injertos en hortalizas se busca sumar propiedades beneficiosas de las dos especies, tanto porta injerto como injerto.
El porta injerto o patrón, suele ser una especie resistente a ciertas plagas o enfermedades a las que la variedad injertada es susceptible de contraer, o su resistencia al medio es mayor proporcionando a la variedad injertada un soporte más vigoroso para crecer más.
La parte superior, la que va injertada sobre el porta injerto, suele ser una variedad comercial, apreciada, con un buen índice productivo, que no llega a desarrollarse bien en algunos lugares por sí misma debido a ser susceptible a enfermedades del suelo en el que se va a cultivar o a los requerimientos climáticos del medio receptor.
Combinando estas dos dimensiones obtenemos un cultivo resistente y productivo. Uno de los pies más utilizados a la hora de hacer injertos es el pie de calabaza en sandias y melones.
En el caso de la sandía, la mejora que proporciona la planta injertada (aumento de la producción aún con menor densidad de plantación) ha popularizado el uso de injertos en suelos sin problemas sanitarios. En el caso del melón es de gran ayuda para plantaciones en condiciones de bajas temperaturas de suelo y también aumenta la tolerancia a nemátodos.
Los injertos en tomate suelen hacerse sobre variedades hibridas. Estas variedades, al igual que sucede con el resto de nuestro huerto, están diseñadas para aumentar la resistencia a enfermedades, el vigor y el desarrollo de la planta, por lo que al injertarle cualquier variedad aumentamos su resistencia.
Sobre estos pies podemos encontrar variedades como el tomate Bond, muy productivo y precoz. El caramba con ramilletes muy uniformes. Algunos de los más buscados son el Rosa de Huesca, el Tres Cantos o los llamativos Cherry.
Al llevar un trabajo de siembra y de desarrollo de la planta más preciso, los precios de venta son bastante más elevados que en los planteros convencionales. Además, su comercialización se realiza más entre profesionales que cultivas para mercado y no para consumo doméstico. Así que cuesta más encontrarla en los viveros que se dedican a la venta “al detalle”.
No obstante, a medida que van pasando los años, se está valorando más el resultado que ofrecen y actualmente, sobre todo en el caso de la sandía y el melón empieza a extender su venta a un público más amplio.